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La soledad en la sociedad moderna

La soledad de los ancianos: un fenómeno inquietante que tiene cada verano más importancia en la sociedad moderna

La soledad de los ancianos: un fenómeno inquietante que tiene cada verano más importancia en la sociedad moderna

La soledad de los ancianos crece durante las vacaciones estivales. Entonces, el verano acentúa la situación de soledad en la que viven muchos mayores en España. Las vacaciones de los familiares y cuidadores hacen que muchas personas, que por su incapacidad no pueden salir de casa, permanezcan días, e incluso semanas, sin ver a nadie. Este fenómeno no solo ocurre en España. Entonces, se desarrolla en  todos los países modernos.


Un millón de personas viven solas en España y, entre ellas, ocho de cada diez tienen más de ochenta años. La cercanía de los vecinos, las visitas de los familiares y la asistencia de los cuidadores permiten sobrellevar esta situación a lo largo del año. Sin embargo, en verano, estas personas desaparecen.

 

Podemos entender que el descanso estival es necesario también para los que se ocupan habitualmente del mayor. No hay que olvidar el estrés y la ansiedad que sufren las personas con mayores a su cargo, especialmente, si estos sufren algún tipo de demencia senil, como el alzhéimer.

 

Además, las vacaciones con un mayor no son siempre posibles y no sólo porque sus limitaciones físicas puedan molestar al ocio del resto de la familia sino porque su estado de salud desaconseje los largos desplazamientos.

Para los que pueden pagar, el ingreso temporal en una residencia permite el veraneo de los familiares. Podemos ver que cada vez son más las familias que deciden contratar el ingreso temporal del mayor en una residencia. Las cifras de usuarios crecen todos los veranos , ya que se contempla como una solución adecuada para no dejar un miembro de su familia desasistido durante el período de vacaciones.

La sociedad ha comenzado a admitir las ventajas que presentan y a deshacerse de todos los prejuicios que existían en torno a estas instituciones. De este modo, el ingreso del anciano en un centro residencial en vacaciones supone, por un lado, tener la garantía de que el mayor va a estar correctamente atendido, tanto asistencial como sanitariamente. Además, va a poder disfrutar de la compañía de otras personas durante las vacaciones de la familia. También, el mayor lo acepta bien sabiendo que pronto regresará a su casa.

Pero, a pesar del alto precio de las residencias hay una insuficiencia de plazas, que genera listas de espera en la práctica totalidad de comunidades españolas.

 

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